Este post surge de una conversación con Rosa Matías en la que me quejaba de la cantidad de peticiones que recibo cada semana para hacer de copy. Le contaba a Rosa que estaba cansada de “predicar en el desierto”, de explicar que Storytelling no consiste en enviar un briefing a un escriba para que cuente tu historia. O, como dice mi compañero y amigo Michael Margolis, de contar que “you simply can’t outsource your story” . Rosa me hizo entender que sí, lo habré dicho muchas veces a lo largo de estos últimos siete años, pero nunca lo había escrito aquí, en mi propio blog. Así que, va por ti, va por ustedes:
Yo no soy Storyteller. O al menos no soy ésa que creéis que soy.
Lo digo por varios motivos. Para empezar, formo parte de una tribu a la que quiero y respeto mucho. Dentro de ella, cada persona ocupa un sitio concreto. Y hay grandes profesionales que se dedican a contar historias en vivo y en directo, de la forma que se ha hecho desde el inicio de los tiempos. Yo no me considero una contadora de historias profesional; me falta voz, me falta la música, la poesía, para serlo. Y respeto mucho, muchísimo a los que sí, poseen estas cualidades.Esta tribu también cuenta con grandes magos de la palabra escrita; personas capaces de hilar frases que llegan al alma de quienes las lean. Profesionales de las estructuras narrativas, arquitectos que construyen universos enteros. Tampoco creo que me pueda contar entre este grupo.
Por otro lado, “contar historias” es más que “contar”. Para llegar a contar, primero hay que saber escuchar, y preguntar con curiosidad genuina y grandes dosis de amor por el ser humano. Y resulta que esto lo hago bastante bien. Soy capaz de leer y escuchar entre líneas, de ver lo invisible y sacarlo a la luz. De poner en palabras lo que no está dicho.Y de ayudar a las personas que necesitan contar sus historias a encontrar la forma de hacerlo. Soy, como me dijo un cliente hace años, más bien una “comadrona de historias ajenas”. Me ha costado mucho tiempo sentirme identificada con esta palabra, más que nada porque mi madre era comadrona y ¿qué mujer quiere parecerse a su madre?, pero ya estoy en paz con ella.
Sí, soy Storyteller. Formo parte de una tribu milenaria de personas enamoradas de las palabras, las historias, la música y la poesía. Pero no lo soy en tanto que no escribo tu historia, sino que te ayudo a parirla.